Urdaibai, el color de la naturaleza
Reserva de la Biosfera.
A lo largo de trece kilómetros, el Cantábrico se adentra en la costa formando la impresionante ría de Mundaka. Estamos en Vizcaya, en el corazón de Urdaibai, reserva de la biosfera desde 1984. Son 230 Km de montañas, playas, valles, islas y marismas que se extienden desde el cabo de Matxitxaco al de Ogoño en el litoral y rodeando la ría hacia el interior hasta Gernika, en el valle del Oka. La diversidad de paisajes ha dado lugar en Urdaibai a una impresionante variedad de flora y de fauna que convierten este fragmento de la costa vasca en uno de los espacios más bellos y singulares del cantábrico.
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Hay bosques de encinas y robles, acantilados estriados y dunas, playas prácticamente vírgenes, ríos y marismas; hay también valles y viñedos soleados, cuevas con pinturas de más de 14.000 años de antigüedad, islas, puertos y aldeas.
El cantábrico y sus fuertes mareas junto con el fluir de arroyos y riachuelos han creado en la ría de Mundaka un hábitat excepcional que además de las numerosas especies de anátidas y rapaces que se pueden observar a lo largo de todo el año, recibe cada primavera y otoño a numerosas aves migratorias. Contemplar este paisaje caleidoscópico en los diversos momentos del día es un espectáculo único. La pleamar cubre de agua playas, canales y arenales alejando la marisma por unas horas durante las que las grandes olas son las protagonistas.
A vista de pájaro
Es en la margen derecha de la ría donde podemos encontrar dos lugares privilegiados desde los que contemplar este paisaje sobrecogedor: Atxarre y Ereñozar. En Atxarre, más cercano a la costa, hay un recorrido de fácil acceso hasta la Iglesia de San Pedro, en la cumbre. Tras caminar dos kilómetros por un bosque de pinos, eucaliptos encinas y robles, se abre a la vista El Cantábrico y prácticamente todo Urdaibai puede contemplarse desde esta altura: las poblaciones de Bermeo y Mundaka, la veraniega Sukarrieta y el islote de Txatxarramendi al frente del mirador, en el márgen izquierdo; la inmensa marisma con su cordón de agua dulce que se pierde en el horizonte; la verde masa de encinas a los pies de San Pedro, el monte Ogoño y la cinematográfica isla de Ízaro protegiendo la ría, ya en el mar. A nuestra derecha la altura permite adivinar fuertes laderas y cantiles; ahí se esconde Elantxobe, un pequeño e imposible pueblo pesquero que «vuela» sobre el mar. Fue creado por pescadores del cercano Ibarrangelu desafiando la verticalidad de las laderas de esta costa. En Elantxobe cualquier espacio horizontal se aprovecha al milímetro, ya sea para un pequeño parque, un mirador o una plataforma giratoria que permite al autobús de línea dar la vuelta, salir y entrar. El recogido puerto pesquero, las calles escalonadas y los balcones «colgando» sobre la ladera, dan a este pueblo un carácter muy particular.
Y desde Elantxobe, bordeando la costa hasta la ría y nada más atravesar el peñón de Ogoño, se encuentra la magnífica playa de Laga. Apenas sin urbanizar, de aguas cristalinas y flora dunar intacta, Laga antecede a Laida, otra playa que ya en plena desembocadura sirve de cobijo a numerosas embarcaciones deportivas y escuelas de navegación. Desde este punto, un paseo al interior de Urdaibai nos llevará hasta la histórica Gernika atravesando lugares emblemáticos como las cuevas de Santimamiñe, el bosque de Oma y la reserva de aves y mamíferos, en cuyos encinares podemos encontrar hoy en día especies protegidas como el visón europeo o el lirón gris.
Campo y mar
Ya en la izquierda de la ría, valles y vegas recuerdan que estamos en la tierra del Txacolí y los viñedos buscan el sol protegiéndose de los vientos en las laderas orientadas al sur. Caseríos y pequeñas aldeas se suceden hasta llegar al cabo de Matxitxaco. Aquí el campo huele a mar y se aprecia como en ningún otro sitio el convivir del ambiente rural y el marinero. Y si hablamos de mar, de pesca y de marineros, hablamos de Bermeo. Su antiguo puerto multicolor es uno de los más importantes de bajura de la cornisa cantábrica. En él puede contemplarse un barco ballenero y recordar tiempos pasados en los que la captura de la ballena era una de las actividades más importantes de la comarca. Bermeo surge y vive por la pesca y El Museo del pescador así lo atestigua. La vecina Mundaka es también marinera, aunque en parte lo sea de agua dulce por su ubicación en la punta de la ría a la que da nombre; las fuertes corrientes en esta zona provocan la famosa «ola izquierda» por la que Mundaka es conocida mundialmente por los surfistas.
Doce son las poblaciones que hay en Urdaibai, pero en todo el espacio que ocupa la reserva la naturaleza está presente; plazas y calles están invadidas por el verde de las suaves montañas que las rodean, cualquier paseo por una vega o un valle conduce inevitablemente a un frondoso bosque y adentrarse por un robledal en busca de un descanso sombrío, llevará a encontrarse al final con el mar o la ría convirtiendo una tarde cualquiera en una inolvidable experiencia de paisajes y colores.
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#1 Mario Cavaradossi 03-08-2012 11:36
Lo horizontal y lo vertical, el mar y la montaña, el puerto y el prado, el hombre y el color profundo del campo en armonía. Magnífica selección de fotografías.
#2 mercedes 03-08-2012 17:16
Preciosas fotografías. Apetece volver a ir por esas tierras españolas