
La flor de Madridejos

En un lugar de La Mancha
La Villa de Madridejos está situada en el sudeste de la provincia de Toledo, dentro de la comarca de La Mancha. Tendida sobre un llano y muy cercana a Consuegra, comparte con ésta, además de años de historia en común, uno de los horizontes más conocidos y reconocidos de la región manchega: el cerro Calderico y sus doce imponentes molinos que pregonan al viento desde su atalaya que estamos en tierras de D. Quijote.
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Las calles de Madridejos son largas y las casas bajas y de fachadas sobrias, sin apenas balcones o ventanas. Las puertas se cubren con cortinajes que guardan la intimidad de sus moradores mientras permiten ventilar zaguanes y patios. Los tonos ocres del ladrillo y el adobe imitan el color de la tierra manchega. Nada parece querer destacar. No se adivinan grandes campanarios, plazas o torres, aunque las hay. Paso a paso va uno encontrándose con ellas como quien descubre un tesoro. La plaza del ayuntamiento, La Iglesia del Salvador con su impecable fachada renacentista, el convento de las Clarisas o la casa de las cadenas son algunos de los monumentos que se «esconden» en Madridejos.
Sin los bullicios del turismo desbordado, Madridejos cautiva por su autenticidad y aunque los madridejenses no presumen de nada, en su pueblo se respiran todavía aires de otros tiempos. Una muestra de ese convivir con costumbres y tradiciones es el Museo del azafrán y etnográfico que ha sido posible gracias al trabajo de la asociación cultural «El Carpio» y, sobre todo, a las donaciones de todo el pueblo. Y es que Madridejos, como otras tantas poblaciones de La Mancha, no sería el mismo sin el azafrán, el «oro rojo», ese cultivo apreciado ya desde tiempos de los egipcios que hoy sigue marcando el devenir de esta población toledana. Como muestra sirva de ejemplo que aún hoy siguen regalándose a los novios en Madridejos unas hebras de azafrán, como signo de prosperidad.
El Museo está ubicado en el antiguo convento de San Francisco de 1619. Ocupado durante más de dos siglos por monjes franciscanos reformados, tras la desamortización fue cárcel y colegio. En los años setenta comienza a utilizarse como Casa de Cultura. La Iglesia, en sus orígenes dedicada a San Pedro de Alcántara y a La Inmaculada, acoge en la actualidad a la Patrona de Madridejos, Nuestra Señora de Valdehierro.
cada otoño los campos se visten
con un manto violáceo
Color, sabor, aroma, belleza
El azafrán tiene algo de mágico. Quizá sea el contraste entre la delicadeza de la flor cuando ésta asoma frágil entre los surcos del azafranal y la intensidad de aroma, sabor y color que esconden los estigmas. ¿Cómo se cultiva?, ¿Qué propiedades tiene?, ¿Por qué es el azafrán de La Mancha distinto al de otros lugares?. Todas estas preguntas y muchas más, tienen respuesta en este Museo que recoge el proceso de cultivo, preparación y venta, los usos gastronómicos y las propiedades medicinales de esta especia. Perfectamente ambientado, el recorrido sala a sala da una idea clara de la importancia del azafrán en la gastronomía, la agricultura y las tradiciones de Madridejos y su comarca.
Es conocida la imagen de las mujeres sentadas cada otoño en torno a una mesa camilla de faldas color amarillo azafrán afanadas en la extracción del estigma de la flor, mientras se van sucediendo tandas de rosas amontonadas en el centro y una alfombra violeta de pétalos va perfumando la estancia. Pero esta escena colorista, festiva y muy laboriosa no sería posible sin todo un proceso de producción que comienza meses antes con la monda de la cebolla, bulbo que plantado y germinado genera la rosa del azafrán.
Los pétalos violetas de la rosa esconden tres estambres amarillos y el estilo blanco que se divide en las tres briznas rojas, los estigmas. En el azafrán de La Mancha, los estigmas o hebras sobresalen de la flor por ser de gran longitud; al contrario que el estigma que es bastante corto. El tostado, realizado lentamente sobre una fuente de calor es otra de las características del azafrán de la Mancha, que nunca se comercializa molido, sino en hebras y siempre es de cosecha pues el azafrán pierde propiedades con el paso del tiempo.
Todas estas actividades que rodean la producción del azafrán: monda, partición, tostado, almacenaje y venta ocupan la mayor parte de este museo, que no se olvida de dar un repaso a otras labores tradicionales como la matanza, las labores o la alfarería. La casa típica de Madridejos está representada fielmente a través de las distintas estancias que pueden recorrerse en la primera planta, que deja espacio también para «La Escuela del Pretil», con mochilas y tareas en la pizarra incluidas.
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#1 Un viajero ocasional 18-12-2012 17:12
Quiero felicitar a viviendoelcampo , no sólo por el texto: lleno de sensibilidad y buen gusto, sino también por las fotos. Juntos consiguen expresar claramente un paseo por Madridejos, su museo y su actividad entorno al azafrán. Enhorabuena y gracias.