La aventura impresionista de Darío de Regoyos
Una magnífica exposición que desde Bilbao llegará también a Madrid y Málaga
Se cumple el centenario de la muerte de Darío de Regoyos (1857-1913) y con este motivo el Museo de Bellas Artes de Bilbao ha organizado una exposición que bajo el título “La aventura impresionista” reúne más de 130 obras entre óleos, pasteles, acuarelas, dibujos y grabados que muestran la trayectoria artística del que puede considerarse principal representante del impresionismo en España.
Viajero incansable, cosmopolita y apasionado de la naturaleza y los paisajes, Darío de Regoyos representa el vínculo del arte español con los nuevos movimientos artísticos europeos de finales del XIX. Nacido en Ribadesella (Asturias) en 1857 muy pronto se traslada a Madrid y es en la Academia de Bellas Artes de San Fernando donde inicia su formación artística teniendo como maestro al paisajista Carlos de Haes, el primero en sacar a sus alumnos a pintar al aire libre iniciando con ello la formación en pintura al natural de toda una generación de artistas.
Los movimientos culturales europeos de vanguardia
En 1879 siguiendo los consejos de su maestro Carlos de Haes y de un grupo de amigos músicos entre los que se encontraba Isaac Albeniz, Regoyos marcha a Bruselas donde formará parte de los grupos L’Essor (1881-1883) y Les XX (1883-1893) movimientos culturales liderados por los jóvenes creadores Émile Verhaeren, Georges Rodenbach y Maurice Maeterlinck entre otros y en los que el propio Regoyos tendrían un papel preeminente. Su contacto en aquellos años con los artistas James Ensor, Camille Pissarro, Georges Seurat, Paul Signac, y el norteamericano James McNeill Whistler fue determinante en el desarrollo posterior de su obra. A esta primera etapa belga corresponden paisajes brumosos del norte y algunos retratos como Miss Jeanning donde se observa el interés por los efectos lumínicos. Participa en varias exposiciones colectivas en Bélgica y Holanda hasta que por mediación de Pissarro expone individualmente en París en 1897.
La España negra
En la década de los ochenta Regoyos vuelve a España y establece su residencia en el País Vasco; sus viajes son sin embargo muy frecuentes Acompaña a varios amigos en sus visitas a España y es precisamente en 1888 en un recorrido junto al escritor Émile Verhaeren cuando el contacto con la realidad cotidiana, las costumbres y tradiciones de pueblos y ciudades españolas inspiran una serie de oleos y varias xilografías que ilustran años después el libro “La España negra”, un volumen que recoge los escritos que Verhaeen publicó en una revista belga a su regreso del viaje. Esta obra conjunta entre ambos da nombre a una etapa pictórica cargada de simbolismo en la que Regoyos fascinado por lo más triste y oscuro de la realidad, parece querer descubrirnos la belleza donde aparentemente solo hay suciedad o tristeza.
Las obras inspiradas en la España negra, las alterna Regoyos con cuadros impresionistas. A partir de 1887 comienza a desarrollar el puntillismo y el divisionismo que había conocido de cerca en su etapa belga de la mano de sus iniciadores: Seurat, Signac y Pisarro. Esta técnica neoimpresionista le sirvió como modo de estudio de los efectos lumínicos, pero le impedía por su complejidad la pintura al aire libre por lo que, aunque no dejó nunca de utilizarla, poco a poco fue acercándose más a las formas y los objetos impresionistas en su deseo por captar la luz y la atmósfera del instante mediante pinceladas sueltas y rápidas. Los paisajes de amaneceres, aguaceros, los días nublados o los paisajes nocturnos son constantes en sus obras como medio para captar la fugacidad del instante a través de la luz y los fenómenos que ésta produce en la naturaleza. Como harían los pintores impresionistas franceses, representó un mismo motivo en distintos momentos del día en sus obras “Plaza de Burgos por la mañana” y “Plaza de Brugos al atardecer”. A esta etapa de plenitud corresponden los paisajes del cantábrico como “Bahía de Santoña”, “La Concha” o “El puente del Arenal” pero también hay cuadros pintados en sus visitas a Granada, Castellón, Córdoba o Madrid, ciudades en las que también residió durante breves periodos de tiempo. En 1912 se traslada a vivir a Barcelona donde pinta al aire libre algunas escenas cercanas y donde, ya enfermo, fallece en 1913.