
La Albufera: el espejo del cielo
La Valencia más natural de la mano de JAVIER RAMOS
La Albufera, unos diez kilómetros al sur de Valencia, es un fascinante espacio natural compuesto por un gran lago de agua dulce (unos seis kilómetros de diámetro) y unos terrenos pantanosos adyacentes que cubren hasta 2.800 hectáreas. Se trata de uno de los escenarios acuíferos al aire libre más valiosos de todo el levante peninsular y que merecen no una, sino unas cuantas visitas por parte del viajero, desde diferentes perspectivas.
Su historia dice mucho de su encanto. No en vano se conformó hace poco menos de dos millones de años, durante el Pleistoceno. Originado por el cierre del golfo existente entre Valencia y la actual población de Cullera, junto con los sedimentos del río Turia y de las corrientes marinas, la actual Albufera se presenta como un peculiar cordón litoral de la Dehesa del Saler, donde se han recogido restos marinos.
En su interior hay seis islotes (la Mata del Fang, la Mateta de Baix, la Mata de la Barra, la Mata de llantina, la Mata de San Roc y la Mata del Rey) En el complejo ecosistema que rodea el mar se cultiva bien el arroz, en parcelas a veces arrebatadas al mar por los huertanos.
Conquistadores y reyes que gobernaron la península dedicaron atenciones y cariño a la Albufera por diferentes motivos. Por ejemplo, Jaime I proclamó la laguna y aledaños como lugar de esparcimiento y disfrute real para ejercitar la pesca y la caza tras la reconquista de la zona a los musulmanes. Carlos III, ya en el siglo XVIII, la consideró «alhaja de la Corona» y reservó algunos sitios para el recreo de altos cargos militares del rey.
El cordón litoral que cierra la laguna presenta importantes formaciones dunares, fijadas con pino carrasco, y separadas por depresiones que se inundan según las estaciones del año, denominadas malladas. Alrededor de la laguna se desarrollan espesos cañales y juncales, que cobijan una interesante avifauna, con hasta 250 especies catalogadas diferentes, 90 de ellas nidificantes, y poblaciones estacionales de ánades, fochas, patos y cercenas, que superan los 60.000 ejemplares. Casi nada. En el parque natural el viajero puede distinguir la restinga o dehesa, lengua de tierra en la que se forman las dunas cubiertas en parte por pino y un rico sotobosque; el marjal, tierras pantanosas ganadas al lago por los cultivadores de arroz, y el lago propiamente dicho, que es de agua dulce porque se alimenta de acequias y manantiales. Tres canales comunican el lago y el marjal circundante con el mar.
Cada uno de estos ambientes cuenta con su propio ecosistema (vegetación y fauna) Bajo las aguas tranquilas pululan la anguila, el mújol y la lubina; por sus escondites vegetales se busca la vida una variedad de garzas y anátidas. Son comunes el pato colorado, la cuchara común, el ánade azulón, el charrán y la gaviota.
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Javier Ramos
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#1 Viajes de Primera 04-07-2013 15:50
Sucede que a veces algunos espacios naturales/históricos parecen tan próximos, tan cotidianos, que o los minusvaloramos o los damos demasiado por hecho; perdemos la perspectiva para apreciarlos como se merecen. Dan ganas de regresar volando a La Albufera para hacerla un poco de justicia y, de paso, comer un buen arroz