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Jubrique, una sierra con aire de mar

Jubrique, una sierra con aire de mar

Hay algo mágico en la Serranía de Ronda: misterio, historia, leyendas. Adentrarse en sus montes por viejas carreteras, estrechas y sinuosas; bajar a las cuencas de sus ríos, subir a sus puertos entre el silencio y los bosques de castaños, de alcornoques, de encinas y, en febrero, almendros en flor.

Una pincelada rosada unas veces, muy blanca otras; en medio de un paisaje verde, intenso y oscuro.

vista castaños

Hoy sopla el levante; un viento que viene del Mediterráneo, cercano pero oculto detrás de estos montes.  El sonido del viento entre los árboles me crea una sensación extraña.  Es como el eco del mar.  El sonido de todo un mar de árboles, de ramas, de hojas, moviéndose al mismo ritmo acompasado de su orilla; en un vaivén inquietante y lento.

vista jubrique

Jubrique
Un enorme silencio me acompaña.  Al fondo el sonido de una sierra mecánica, un cacareo de gallinas y pájaros cantando sin orden, cada uno recitando su propia letanía. Poco a poco me voy dando cuenta de que, en el fondo, es todo un maravilloso concierto perfectamente orquestado. Una gran sinfonía.

En el aire un humo blanco saliendo de una chimenea. Un humo que huele a leña y pan. Es Jubrique.

hay algo de sal

en el aire de Jubrique

casas jubrique

Nubes cargadas de Mediterráneo
Una arquitectura blanca que se descuelga por la ladera, casa por casa; azotea por azotea, buscando un llano donde reposar.

Siempre he visto a Jubrique como el lugar donde se va despidiendo la sierra y comienza, aunque entre montes, a vislumbrarse el mar.  Hay algo de sal en el aire de Jubrique; no en vano sus nubes, cuando llegan del este, vienen cargadas de Mediterráneo.

Y un penetrante olor a resina de pino. Unos pinos que han repoblando parte de sus montes.

Sonidos, colores, olores
Jubrique es todo eso; un silencio alterado por el canto de los pájaros, una mezcla de olores: leña, pan cocido, resina de pinos, mar y una dulce sensación de paz.

rincon jubrique

Una gran familia que vive y convive. Antonia Cabas «la de la pensión», María Cabas «la de Marisa», Ramona «la de Rosalía», Antonia Benítez «la majá rosillo», Mari Carmen «la maestra». Mujeres que de niñas cantaban:

El anillo que me diste
con las tres perlas azules
tres días lo tuve puesto
sábado, domingo y lunes.

Mamá ¿quiere usté que vaya?
un ratito a la alameda.
Con los hijos de don Carlos
que llevan rica merienda….

Mariquilla dice tu tía
que la gallina no pone.
Ella se come los huevos
y tira los cascarones…

Mari Carmen «la maestra», ha dedicado años a recopilar estas canciones, costumbres, tradiciones seculares, para que queden, al menos, en el recuerdo.

Mientras, los hombres cultivan la tierra con técnicas heredadas de la sabiduría bereber, dando el máximo aprovechamiento al riego mediante huertos ganados al desnivel de las laderas: la labor del castañal, de los nogales de donde obtendrán sus nueces, del olivar para su aceite, naranjos, limoneros, viñas para el vino y especias para la elaboración del aguardiente tan presente en las zonas serranas.

La historia de Jubrique va a la par de la historia de Andalucía
Una sucesión de invasiones de pueblos de muy diversos orígenes que, si bien nos fueron dejando dramáticas historias, recuerdos trágicos, también nos dejaron su cultura. Pero fueron las invasiones bereberes las que calaron de una manera más honda en lo que serían después sus tradiciones, incluso en una manera de entender la vida. Hicieron lo imposible por permanecer con su propia religión y con sus viejas costumbres, pero el enemigo era fuerte y numeroso.

Los Reyes Católicos firmaron pactos por los que, a cambio de su rendición, los castellanos se comprometían a respetar tradiciones, religión, costumbres moriscas. Pero las injusticias se sucedían, lo que dio origen a sangrientas revueltas, sucesos relatados con detalle en las crónicas de la época.

jubrique fachada

Casas encaladas para reflejar el sol veraniego, calles limpias, luminosas y estrechas para dar cobijo a la sombra fresca; fuentes con poéticas inscripciones, (saben muy bien el valor que el agua tiene en estas latitudes). Una dedicada a la mujer jubriqueña, otra a la armonía. Intimidad, sobriedad, sencillez, sosiego.  Hoy Jubrique lleva con saludable equilibrio su tradición y su futuro. Es un punto de referencia para la cercana Costa del Sol y van adaptándose a las «nuevas invasiones», esta vez pacíficas y bienvenidas. Tiendas donde puedes comprar artesanía local, productos de la tierra, un restaurante de cocina creativa con materias primas jubriqueñas; en fin, un lugar donde el reloj no tiene demasiadas prisas y donde te sientes con muy pocos deseos de marcharte y muchos de volver.

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Cuando ir:
Feria y fiestas en honor a su patrón San Francisco de Asís. Primeros días de octubre.
Romería en honor de la Santísima Virgen de Fátima. 2ª quincena de mayo.
Máscaras. Primer fin de semana de mayo coincidiendo con la semana cultural.
Verbena. Principios de agosto.
Procesiones de Semana Santa y quema del Judas, el domingo de Resurrección.
Fiesta de la Cruz de mayo. Con el tradicional montaje de pequeños altares en sus calles.
Romerías de San Isidro y de San Juan. (24 de junio).
Qué comer:
En primavera: Guisos de tagarninas, de collejas y espárragos trigueros.
Diversos platos condimentados con castañas.
Migas.
Potajes de hinojos.
Buñuelos de ajetes.
Gazpacho caliente y gazpacho frío.
Gran variedad de chacinas.
Repostería de tradición morisca. Roscos de vino. Suspiros.

Oficina de Turismo de Jubrique: www.jubrique.es

José Luis Marmolejo 2016
Un sevillano en la sierra