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Guadalupe, historia y devoción en la sierra extremeña

Guadalupe, historia y devoción en la sierra extremeña

guadalupe

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En un paraje excepcional
En la laberíntica Sierra de Las Villuercas, junto al pico más alto, que es precisamente el que da nombre a este macizo, se encuentra el Monasterio de Guadalupe. Estamos al sudeste de la provincia de Cáceres, en un espacio que, además de un bello paisaje, es un verdadero manual de geografía. A medida que abandonamos las dehesas bajas y nos adentramos en la sierra, se van sucediendo un sin fin de montañas, valles, riscos, desfiladeros, ríos y pendientes. Durante muchos siglos fueron estos montes y las poblaciones existentes en ellos, lugares aislados y de difícil acceso precisamente por lo abrupto y escarbado del paisaje.

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Quizás gracias a su idoneidad como escondite, Guadalupe haya sido lugar de devoción desde el Siglo XIV hasta nuestros días, pues fue aquí, allá por 1330, cuando un pastor de la zona encontró por casualidad la imagen de Nuestra Señora junto al río Guadalupiano, origen del nombre de La Virgen. De este hallazgo surgió el santuario.

Leyenda e historia
La imagen que aquí se venera es una talla románica pequeña, de unos sesenta centímetros de altura, que corresponde a las llamadas «vírgenes negras» de Europa occidental de los siglos XI y XII. Sentada sobre un trono, La Virgen sostiene al niño sobre sus rodillas, también éste en posición sedente. Dice la leyenda que fue un regalo del Papa San Gregorio Magno al entonces obispo de Sevilla, Leandro y que fue venerada en la ciudad bética hasta la llegada de los musulmanes. Recogida entonces por unos clérigos, ellos mismos se encargaron de esconderla en la sierra junto a un río, lugar en el que permaneció durante quinientos años. Gil Cordero, como se llamaba el pastor que la recuperó, andaba buscando a una de sus vacas cuando la halló muerta junto a un riachuelo. Cuando se acercó a recoger sus restos se le apareció La Virgen y le dijo que excavara en aquel lugar hasta encontrar la imagen, encargándole que allí mismo construyera una ermita para venerarla. La fama y devoción fueron creciendo hasta que llegaron a oídos del rey Alfonso XI de Castilla, quien tras encomendarse a Nuestra Señora en la batalla del salado y conseguir una importante victoria, mandó construir una Iglesia sobre la pequeña ermita de los pastores extremeños.

Guadalupe se cobija bajo el pico

más alto de «Las Villuercas»

Durante el reinado de Juan I de Castilla, en 1389, se establece una comunidad monástica jerónima en Guadalupe. Comienza así el desarrollo de La puebla alrededor del monasterio. Los jerónimos se encargan de la construcción de la basílica, acogen y cuidan a los peregrinos, construyen enfermerías, un albergue y una botica, todos ellos muy adelantados para la época. Dedican grandes extensiones de terreno al cultivo y la ganadería. Continúa la vinculación del monasterio a la monarquía. Doña María, primera esposa de Juan II de Castilla, es enterrada allí y también su hijo, Enrique IV, hermanastro de la reina Isabel La Católica, la que sería la reina más unida a Guadalupe. Y si el monasterio y especialmente la devoción a La Virgen de Guadalupe fueron fundamentales en la vida de Isabel, lo fueron también en el descubrimiento de América. El propio Colón hizo promesa de visitar el santuario si regresaba sano y salvo de su primer viaje, puso el nombre de La Virgen a una de las islas descubiertas y bautizó a dos indios que se trajo de América en la pila bautismal del monasterio, (la misma que hoy es parte de la fuente situada en la plaza principal del pueblo). Se extendió la devoción a La Virgen de Guadalupe hasta el nuevo mundo, surgiendo advocaciones por distintos lugares. La más conocida, sin duda, la de Méjico, que incluso ha superado en fama a la original.

La-puebla-guadalupe

Arte y descanso
Guadalupe es hoy un pueblo pintoresco, con calles empinadas y balconadas de madera repletas de flores, tiendas de artesanía (especialmente del cobre) y el inmenso monasterio, aglutinante de estilos gótico y mudéjar, que ha pasado a ser de la orden franciscana y mantiene La Hospedería abierta para viajeros y peregrinos. Junto a los dos bellísimos claustros, (uno gótico y otro mudéjar, naturalmente), se puede visitar la basílica y su magnífico retablo en el que se encuentra el camarín de La Virgen, el sagrario y un bargueño que fue escritorio de Felipe II.

Visto desde lejos, El Monasterio de Guadalupe más bien parece un castillo-fortaleza en el que destaca su fachada de piedra y ladrillo. Una combinación que se asemeja al guirlache y que parecen imitar varios de los dulces típicos que se venden en las tiendas junto a la plaza. Todo el pueblo está al abrigo de las montañas, en un enclave que acentúa su aspecto medieval.

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