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Elisa en «El Capricho»

Elisa en «El Capricho»

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Siendo el otoño una de mis estaciones preferidas; cuando las calles se tiñen de verdes, amarillentos, ocres y marrones, no podía dejar de pasar la oportunidad de escribir en esta época del año sobre un palacete ubicado en Madrid que me tiene enamorada. Por sus características naturales y artísticas el jardín «El Capricho» permite disfrutar de un entorno lleno de historias en cada uno de sus rincones. Grandes artistas ilustrados del mundo de las artes construyeron pabellones, trazaron jardines., para crear estancias consiguiendo aunar la belleza y grandeza, representando así para el espectador la fiesta, el amor y la naturaleza.

Es uno de los ejemplos más sobresalientes del jardín paisajístico español y una joya en el corazón de Madrid. Su escenario, lleno de romanticismo, todo hay que decirlo, mezcla influencias francesas, italianas e inglesas.

Reconocido como uno de los parques más bellos de la ciudad, constituye el único jardín del Romanticismo existente en la capital.

En él podemos admirar una vía en forma «serpentine», embarcadero o casa de caños, el Templete de Baco, «La Casa Vieja», el fortín, la ermita y el abejero, un pabellón realizado para observar la actividad de las abejas. El palacete albergó en su día numerosos cuadros de Goya.

Entre las especies del parque destaca todo un bosque de lilos y de árboles del amor, que le dan un hermoso colorido tanto en primavera como en otoño. Cuenta con grandes ejemplos de robles, pinos, cipreses, cedros, plataneros y castaños de Indias. Junto a esta riqueza vegetal el jardín alberga una fauna muy variada destacando palomas, mirlos, petirrojos, ruiseñores, además de cisnes, patos y entre los mamíferos ardillas rojas y ratoncitos de campo.

Es particularmente aconsejable visitarlo en primavera, cuando el paseo se realiza entre el perfume de los bosquetes de lilas y las cascadas de rosas, o en otoño que inspira a la vez que encanta con su romántica nostalgia, llenando todo de color, mientras lentamente va decayendo el calor.

UN POCO DE HISTORIA

«El Capricho» fue mandado construir por la Duquesa de Osuna entre 1787 y 1839 en una superficie de 14 hectáreas. Josefa Pimentel, duquesa de Osuna, casada con el noveno duque de Osuna, Pedro Téllez Girón, fue una de las damas más importantes de la Corte de la época, además de mecenas de numerosos artistas. En 1783, compró un terreno en las afueras de Madrid para construir una finca de recreo. Fue el arquitecto Pablo Boutelou quien realizó un proyecto comenzándose a ejecutar en 1787 y finalizándose en 1839, 52 años más tarde; la Duquesa falleció en 1834 sin verlo completamente terminado.

El diseño de los jardines fue encargado al arquitecto Jean Baptiste Mulot que provenía de la corte francesa. La Duquesa, ideó numerosos estanques que conectaban el canal principal que recorre el parque con el salón de baile, el cual se eleva sobre un manantial donde se encuentra la figura de un jabalí; de este manantial se surtía de agua al resto del parque. Tras la invasión francesa en 1808, se levantó el Casino de Baile, obra del arquitecto Martín López Aguado. Tras la muerte de la Duquesa en 1834, la propiedad pasó a su nieto D. Pedro Alcántara, quien encargó al mismo arquitecto, López Aguado nuevas construcciones, como una zona de exedras en la plaza de los emperadores, dedicada a su abuela.

El jardín ofrece claramente tres estilos diferentes: parterre o jardín francés, paisaje inglés y Giordano italiano.

Delante de la fachada oeste del Palacio se extiende el parterre y en la parte baja se sitúa el jardín italiano que es el espacio más antiguo junto al que se encuentra el laberinto concebido para el juego amoroso y los escondites. Hecho con laurel, el laberinto actual respeta los planos del original que plantó en vida la Duquesa.

Todo el conjunto se inspira en un típico jardín paisajista inglés, evocando la naturaleza en estado puro, donde se nos invita al paseo y a recrearnos en la belleza de sus rincones. En 1943, «El Capricho» fue declarado jardín artístico y, tras décadas de abandono, lo adquiere en 1974 el Ayuntamiento de Madrid. En 1985 fue declarado Bien de interés Cultural.

«El viento extraviado deja que caigan las hojas en delicada armonía.
El viento silba afuera acariciando las hojas que se desprenden del árbol.
Ahora se dormirán en silencio sobre la húmeda tierra desnuda.
¿A dónde van todas esas hojas?
Son como historias que se mueren en el camino,
palabras que se pierden sin sonido… quedándose en el olvido,
al igual que tantos sueños»

Elisa Crespo
2014