El algodón: la rosa blanca del sur

El algodón era ya conocido en América Central en el 5.800 antes de Cristo y en China y La India casi 3.000 años después.  El historiador griego Heródoto escribía sobre las excelencias de ésta fibra: “poseen (los indios) una especie de planta que, en vez de fruto, produce lana de una calidad más hermosa y mejor que la de los carneros”. (Heródoto, lilb III cap. 106). A partir del siglo IX llegan a Europa los primeros testimonios acerca del algodón a través de comerciantes árabes. En España comenzó a cultivarse en las llanuras de Valencia desde el siglo X, estableciéndose fábricas en Córdoba, Granada y Sevilla. Los tejidos de algodón fabricados en el reino de Granada eran considerados superiores a los de Asiria en suavidad, finura y hermosura. Hasta el siglo XIV no se hallan señales de fabricación en otros países europeos.

La planta del algodón
El algodón proviene del algodonero (Gossypium), planta perteneciente a las malváceas. El tallo principal es erecto y tiene ramificaciones secundarias regulares. Existen dos tipos de ramas: las vegetativas y las fructíferas. Las hojas son pecioladas, de un color verde intenso, grandes y con márgenes lobulados. Están provistas de brácteas. Se distinguen las hojas por su forma acorazonada y por ir cambiando el color de verde a marrón a medida que madura el fruto.

Las flores del algodonero son grandes, solitarias y pedunculares. El cáliz de la flor está protegido por cuatro brácteas. La corola está formada por un haz de estambres que rodean el pistilo. Se trata de una planta autógama. El fruto es una cápsula en forma ovoide con un peso de 4 a 10 gramos. Las valvas o carpelos (de tres a cinco) contienen varias semillas rodeadas de prolongaciones filiformes blancas y rizadas, éstas son las fibras de algodón que se expanden hacia el exterior cuando maduran las semillas dando a las plantaciones la impresión de haber recibido una reciente y copiosa nevada.

El algodón necesita sol, agua y pocas heladas hasta su maduración y tiempo seco durante su recolección. La siembra se realiza en primavera y cuando el terreno alcanza una temperatura entre 14º y 16º. Su recolección que, hasta hace pocos años fue manual, se efectúa a partir de octubre. Las recogedoras mecánicas tienen un tambor vertical provisto de husillos que enganchan el algodón y lo arrancan de las bolas de semillas abiertas. Las peladoras son máquinas menos selectivas que arrancan las bolas de la planta.

Un cultivo muy extendido
En general las condiciones climáticas óptimas para el desarrollo del algodonero se dan en latitudes tropicales y subtropicales de los hemisferios norte y sur. Casi todas las distintas especies de Gossypium son originarias de América tropical, Asia y África. Actualmente el algodón se cultiva en casi todo el mundo, aunque los mayores productores son China, India, EEUU, Pakistán, Brasil y Turquía. En Europa, Grecia lidera la producción, seguida de España y de Bulgaria. Andalucía, y en particular el valle del Guadalquivir (Córdoba, Jaen, Sevilla y Cádiz) es el primer productor con diferencia de España aunque hay pequeñas plantaciones también en Murcia, Extremadura y Alicante. Las producciones en Córdoba y Sevilla, donde se alcanza el mayor rendimiento de España en regadío, oscilan entre los 3.000 y 4.000 kg/ha, pudiendo llegar, en años muy buenos y con otoños secos, a un techo de 6.000 kg/ha.  En secano, donde actualmente se cultiva muy poco, las producciones oscilan entre 500 y 1.000 kg/ha. Las mayores cifras en secano se han alcanzado siempre en la provincia de Cádiz, por favorecerle la mayor humedad relativa de la atmósfera.

La fibra de algodón
El aprovechamiento principal del algodonero es la producción de fibra textil. La semilla produce del 18 al 20% de aceite comestible, y el orujo o torta se utiliza para la alimentación ganadera. Aparte de tejidos y aceite, el algodón se utiliza también hoy en día como combustible o para fabricar papel moneda (el euro y el dólar están hechos con esta fibra). Distintas propiedades hacen del algodón un producto único: sus fibras son blandas y aislantes, resisten la rotura, la humedad y el roce lo que permitir la confección de tejidos, admite el blanqueado y teñido y es transpirable, lo que lo convierte en excelente frente al calor.

En los años 70 las fibras sintéticas lo desplazaron, pero a partir de los años 90 comienza su recuperación. La tendencia actual hacia los productos de fibra natural ha consolidado su posición en el mercado y es utilizado actualmente como materia prima en multitud productos, dada su nobleza, incluidas las firmas más prestigiosas de confección de moda y alta costura.

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